Andreas Marks
Si creía conocer a Hokusai (1760-1849), esto le sorprenderá. Mucho antes de La gran ola de Kanagawa, el gran maestro dirigió su mano (y su mirada) hacia algo mucho más íntimo. Desde sirvientas y esposas hasta cortesanas, amantes y espectadores curiosos (y, sí, una famosa pareja de pulpos juguetones), las shunga (literalmente, "imágenes de primavera") de Hokusai son audaces, alegres y, a menudo, tan divertidas que provocan carcajadas.Este extenso porfolio reúne ocho libros completos y series de grabados publicados entre 1786 y 1823, muchos de ellos acompañados de textos narrativos escritos por el propio artista. En una combinación de lo visual con lo verbal, sus páginas rebosan de anatomías exageradas, travesuras voyeristas, intercambios tiernos y una actitud sorprendentemente igualitaria hacia el placer de ambos sexos.En contraste con la mojigatería de la Europa del siglo XVIII, el Japón del periodo Edo (1603-1868) aceptaba la sexualidad como una parte natural de la vida. Si bien el shunga estaba oficialmente prohibido, en la práctica era tolerado, y muchos artistas respetables sortearon la censura gubernamental y cultivaron el género con entusiasmo, aunque bajo seudónimos. Estas obras se hicieron para entretener y excitar, e incluso se usaron para atraer la buena fortuna: los samuráis solían llevarlas como talismanes al ir al combate. Las innovaciones técnicas en la impresión durante la vida de Hokusai permitieron el uso de colores intensos y una representación exquisita de los tejidos, pero el contenido siguió siendo deliciosamente humano: citas arriesgadas, momentos robados y escenas de felicidad conyugal (o extraconyugal).Esta retrospectiva, que incluye nuevas fotografías de estas curiosas obras y se complementa con una introducción detallada y ensayos explicativos, ofrece una perspectiva deslumbrante de una faceta menos conocida pero tremendamente imaginativa de la carrera de más de 70 años de Hokusai; una prueba, tal vez, de que hasta los grandes maestros tienen sus placeres culpables.